intro

lunes, 29 de noviembre de 2010

Aries 9: Lágrimas vs Semen

La última charla que compartimos con el pendex nos marcó mucho. Para mí fue una forma de estirar lo que se anunciaba y para él pensar que yo necesitaba más apoyo que nunca.
Los mensajes más tiernos y alentadores que alguien te puede escribir llegaban a mi celular, que se encontraba sobre la mesita de luz en la casa de Piscis. Y yo al lado en bolas acostado con él.
Me sentía la peor basura, el pendex cada noche me mandaba sus mejores deseos y yo ni siquiera le contestaba…

La verdad es que no tengo ganas de escribir… de recordar.
Cortamos con el pendex, hoy en día estoy solo y él tiene novio….. Cortamos y al mes formalizó con alguien mas. Es como una puñalada (se sintió como una puñalada).

El tan bendito dia que cortamos, él se desangraba en lágrimas… yo por el contrario ni siquiera le pude decir todo lo que sentía en ese momento, ni como me venía sintiendo hacía tiempo. Nos besamos mucho (muchísimo), como si fuera la última vez jamás que nuestros labios se tocarían. El me besaba hasta con broca, con una fuerza rara. Era como si se resistiera a besarme pero no podía, luchaba contra sus deseos y su cuerpo.
Esos besos me mataban, tenemos tanta comunicación con nuestros labios, tanta piel… eventualmente me comencé a masturbar, no podía dejar de pajearme con esos besos. Mi eyaculación, que es de tránsito lento, llegó rápidamente. Todo mi semen sobre mi panza y sus lágrimas sobre mis cachetes. Nos encontrábamos acostados, uno al lado del otro (él casi arriba mio) mi caliente semen en mi ombligo y sus lágrimas gigantes que humedecían mi rostro. Paramos de besarnos, nos quedamos mirándonos fijamente y paramos de besarnos.
Me levanté para limpiarme, nos dijimos dos o tres cosas, entre medio hubo un chiste que provocó una risa desahogante. Nos volvimos a acostar en la misma posición, nos miramos… un fuerte abrazo, besos, mas besos…. mas besos y me volví a masturbar. Esta vez tarde más tiempo en acabar.

Esta fue la segunda vez que corté con alguien.
No le dije cómo me sentía ni lo que estaba pasando en mi vida… me masturbé dos veces mientras él lloraba y le regalé una foto mía para que me recordara. Ese día fue la única vez que al abrirle la puerta al irse, no miró hacia atrás. La única y primera vez que el pendejo no voltió su cara y se despidió con una sonrisa.